A pesar de los intentos ya hechos de alcanzar la calidad de un auténtico habano en otras regiones del planeta a partir de una semilla de origen cubano, nunca se llega a la calidad del tabaco hecho en Cuba. La combinación de factores climáticos con las características del territorio cubano hacen del habano un producto auténtico de Cuba, certificado por el sello de autenticidad que adorna las cajas de las diferentes marcas cubanas.
Historia
El tabaco es una planta originaria de America del sur se dice que llega a Cuba entre los dos mil o tres mil años antes de nuestra era. Los aborígenes cubanos (en su mayoría compuesto por el llamado indio taíno) eran fieles consumidores de tabaco; para ellos era como una especie de medicina e imprescindible para acompañar ceremonias sociales, políticas y religiosas, por lo que formaba parte de sus principales cultivos.
A la llegada de los españoles a Cuba a principios del siglo XVI, la planta de tabaco se extiende por el mundo, desencadenándose instantáneamente una fuerte pasión por él; España cuenta con el mayor número de adeptos. Luego se extendió a otras partes de Europa, donde se establecieron las más serias sanciones hacia el tabaco. Curiosamente, mientras más lo prohibían más se expandía su terreno de empleo con fines medicinales.
Cultivo
Luego de pasar por estos pasos, el tabaco es llevado a los lugares de ensarte para el posterior proceso de desecación y fermentación. En las escogidas es trabajado por hábiles manos generalmente femeninas, buscando con esto la suavidad y delicadeza en la selección y clasificación para beneficiar cada hoja recolectada. Se sigue con el secado de las hojas en las galeras.
Después de su clasificación y secado se procede a desempalillar la hoja del tabaco que consiste en remover la vena que cruza la hoja, se vuelven a clasificar las hojas de acuerdo a su tamaño y tipo de hoja, normalmente hay 3 tipos de hoja seco, volado y ligero que son las tres hojas componentes de un habano. La mezcla o ligada de un habano está dada por el número y clase de hojas que se usa para su creación. Una vez clasificadas se llevan a su añejamiento o fermentación para liberar a la hoja de químicos no deseados como el amoniaco. Después de cierto tiempo (dependiendo del fabricante y del puro) las hojas se llevan a un torcedor quien es la persona que elabora el puro, se hace la ligada del puro que se esté torciendo para después volver a ser añejado otro tiempo, una vez que superó los estándares de calidad estos son clasificados nuevamente para ser empaquetados en cajas de cedro de acuerdo al color de su capa.